‘Los niños primero’: llamado de Unicef al país en la coyuntura actual de búsqueda de la paz

‘Los niños primero’: llamado de Unicef al país en la coyuntura actual de búsqueda de la paz

En reciente informe, la organización del sistema de Naciones Unidas hizo un relato de los efectos de la guerra en niños y niñas. Aseguró que ha bajado el impacto sobre esta población en los tres años de negociación, pero siguen dándose casos de homicidio y reclutamiento.

A finales de marzo, Unicef dio a conocer el informe ‘La infancia en los tiempos de guerra: ¿cuáles son las perspectivas de paz para los niños y niñas de Colombia?’ (‘Children in the Time of War’: Will the children of Colombia know peace at last?), en el cual analiza la realidad de niños y niñas  del país durante los tres años que llevan los diálogos de paz en La Habana y hace un recuento de lo que ha significado para ellos la guerra.

Roberto De Bernardi, representante de Unicef en Colombia, asegura en la introducción que entre 2013 y 2015 el número de niños muertos o heridos por las minas antipersona y las municiones sin explotar  se redujo a la mitad (el más bajo en 15 años); mientras que el número de niños desplazados disminuyó hasta en un 40 por ciento (el más bajo en 20 años), debido a que aminoraron los enfrentamientos armados. Sin embargo, como los combates no cesaron, durante el mismo período estos causaron la muerte de 75 niños y niñas, y el desplazamiento de 230.000.

El documento forma parte de ‘La infancia en peligro’, una serie de informes con los que Unicef presenta al mundo desafíos para los niños y niñas en un lugar determinado del planeta que está en crisis. En esta ocasión se centró en Colombia debido a la coyuntura que vive el país: “las negociaciones de paz en curso esperan poner fin a uno de los conflictos más largos de la historia moderna. Como el país se prepara para un nuevo capítulo en su historia, Unicef insta a todas las partes a poner a los niños primero”, señala el informe.

“Con una guerra que se ha desatado en el país desde hace más de cinco décadas, colombianos de 50 años de edad o menos – 4 de cada 5 personas – nunca han sabido lo que significa vivir en paz. Generación tras generación de hombres y mujeres han crecido y comenzado su propia familia en medio de un conflicto que no solo ha cobrado vidas y bienes, también ha sembrado  la desconfianza, destrozado familias y afectado el tejido de una sociedad entera. Para los niños, el costo ha sido particularmente alto: miles de niños y niñas han sido asesinados, heridos, convertidos en huérfanos, desplazados por la fuerza, reclutados por grupos armados , abusados sexualmente y dejados fuera de las escuelas”, señala De Bernardi.

Según el informe, desde que comenzaron las conversaciones de paz entre el Gobierno y las Farc, más de 250.000 niños han sufrido los efectos del conflicto en Colombia. De esos, 230.000 habrían sido víctimas de desplazamiento forzado. Cerca de 75 murieron y otros 180 resultaron heridos, muchos de ellos por minas o munición sin explotar. Además, 180 fueron víctimas de violencia sexual y 1.000 fueron reclutados por grupos armados ilegales. En cuanto al sector educativo (relacionado de manera directa con esta población), 10 maestros fueron asesinados y 65 escuelas resultaron dañadas por los combates o fueron utilizadas para fines militares.

Una crisis humanitaria crónica

El documento describe la realidad colombiana como “una crisis humanitaria crónica” y señala como el desplazamiento forzado, el reclutamiento de grupos armados, homicidios, muerte y lesiones por minas antipersona, secuestros, violencia sexual y escuelas destrozadas  hacen parte del “precio que millones de niños en Colombia han pagado -y siguen pagando – como resultado de  un conflicto de 50 años. Los datos nacionales muestran que de los 7,6 millones de personas en Colombia que están registradas como víctimas del conflicto, 2,5 millones -1 de cada 3 – son niños. Cerca de 45.000 niños han muerto, 2,3 millones han sido desplazados y 8.000 han desaparecido desde que comenzó la recopilación de datos en 1985”.

Así mismo, “señala que los niños indígenas y afrocolombianos han sido particularmente los más vulnerables durante todo el conflicto. Representan el 12 por ciento de los desplazados, el 15 por ciento de los sobrevivientes de la violencia sexual y el 17 por ciento de los torturados”.

De acuerdo con estimaciones de Unicef, los niños y las niñas de Colombia de las áreas más  afectadas por el conflicto representan el 40 por ciento de la población que está por fuera la escuela, sumados los estudiantes de primaria y secundaria inferior.

“La violencia sexual contra las niñas y los niños está muy extendida en todo el país. De acuerdo con datos forenses, había cerca de 18.000 casos de violencia sexual contra los niños y adolescentes en 2013, lo que representa más 80 por ciento de todos los casos reportados. Un 70 por ciento de los casos eran niñas de menos de 14 años”, señala el informe.

“A menos que más y mejores recursos sean invertidos en la creación de oportunidades para que los niños y jóvenes puedan prosperar,  la paz de larga duración en Colombia seguirá siendo un sueño difícil de alcanzar”, finaliza De Bernadi.

Llamado a la acción

Unicef señala en el documento cuatro aspectos importantes que están en conformidad con la legislación nacional, la Convención sobre los Derechos del Niño y su Protocolo Facultativo relativo a la participación de niños en los conflictos armados.

  • Víctimas no autores (perpetradores): los niños asociados con los grupos armados son víctimas en primer lugar. Necesitan ser protegidos, reunidos con sus familias y apoyados para volver a integrarse a la sociedad.
  • La desvinculación no puede esperar: Liberar a los niños y las niñas de los grupos armados no debe depender del resultado del acuerdo de paz. No hay lugar para los niños en la guerra.
  • El re-reclutamiento es una amenaza seria: las niñas y los niños desvinculados de grupos armados que viven en zonas remotas y vulnerables, con educación limitada y sin oportunidades, pueden terminar uniéndose a otros grupos armados o a bandas criminales, si no se cambia esa situación.
  • Los entornos de protección son claves: Niñas, niños y adolescentes necesitan ambientes libres de estigmas, que los ven como participantes activos en sus comunidades, en lugar de responsables de problemas o delincuentes potenciales.
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